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Crimen y Castigo (Nada que ver con el Sr. Dostoievski)

Dudamel, el músico (no el otro que le cae bien a todos), ha sido personaje emblemático de un Sistema con calidad de exportación; orgullo de una nación, poseedor de una brillantez innegable, así como de una arrogancia aparente (porque no lo conozco) y una tendencia inapropiada a alinearse con “los malos” de la película. Este majestuoso artista, aplaudido en todos los grandes escenarios donde millones de músicos sueñan con tocar, ha sido odiado por al menos el 60% del país que lo vio nacer, siendo catalogado como mínimo de: “apoya dictadores” “aprovechador” “chupa medias” “alcahuete” “roba dólares” y otras linduras de las que no quiero ni acordarme. Cabe decir, que alguno de esos preciosos epítetos han sido pronunciados por mí!, porque su grandeza como artista no me ha demostrado nada sobre su grandeza como ser humano. (repito: no lo conozco, cualquier opinión es producto de la media).

Hace unos meses el “Joven Director” tuvo su primer cuasi conflicto con el régimen al emitir unas declaraciones bien comedidas, pero nada positivas, en contra del gobierno venezolano; se pronunció, en esa oportunidad, sobre la muerte de un joven violinista miembro del sistema de orquestas; luego, hace unos días , emitió su humilde opinión en contra del controvertido proceso constituyente (prostituyente dicen algunos).

Haciendo alusión a una película que acabo de ver, puedo asegurar que: se abrió el sarcófago de la momia!!, empezaron las penurias y se liberaron los monstruos, así pues, se canceló su gira planificada junto a la orquesta juvenil, dejando a menos 200 jóvenes sin la posibilidad de mostrar su talento en las tierras de Mickey Mouse.

Ese hecho (junto a las cositas diarias de mi casa) me han hecho reflexionar sobre una tema que se repite en mi cabeza (ninguna de ellas, la música, al talento o el pelo de Dudamel); no sé por qué, no puedo dejar de pensar en el castigo como método de enseñanza. Le funciona al gobierno de Venezuela mantener el silencio de sus adversarios utilizando represalias? Pareciera que alguna vez fue útil, pero ahora ya no estoy tan segura.

Como no formo parte de los protagonistas de esa historia, no puedo responder a esa pregunta, pero lo que si soy es mamá y les quiero contar (con miedo a que un psicólogo infantil se aparezca repentinamente en mi casa) cómo me ha funcionada el uso del castigo, (medido y desmedido) como táctica de enseñanza.

El castigo, como herencia de mis tatarabuelos, según me cuentan, ha funcionado siempre. Con el paso de los años se ha ido suavizando para adaptarse mejor a la época correspondiente; a mis abuelos por ejemplo, les pegaban con la correa (cinturón), a mi madre, la amarraban barriga con barriga hasta que se arrepintiera de sus pecados, a mí me castigaban (no con mucha frecuencia) con no salir de casa o con la disminución de la cuota económica (doloroso), y a mis hijos los amenazo con toda las anteriores, ejecutando solo la técnica de pararlos mirando hacia la pared; podríamos decir que yo soy más de ejercer la presión a través del psico-terror (aunque creo que secretamente se ríen de mi).

Mi hijo mayor, fuente inagotable de sabiduría, tiene un comportamiento particular, mientras más lo castigo , peor se comporta; mi cabellera negra estuvo a punto de mancharse de canas porque no entendía que método le funcionaba , hasta que me percaté de una simple silogismo: si soy más amorosa se porta mejor, si más lo agredo y mi paciencia se agota se porta peor, le dejan de importar hacer las cosas bien, a seguir las reglas (-qué más da si ya mamá está Munm-Ra, me imagino que piensa-) y pierde el miedo a las amenazas, así que es claro que el castigo continuo y persistente para él, ya no funciona. (será el anuncio de la llega de una nueva era?)

Pareciera que estamos en la época de masajear el ego, porque ahora siendo totalmente honesta, a mí me pasa lo mismo, si me tratan con violencia, respondo con violencia pero si me tratan con dulzura me quedo como jugando paralizado (juego en que te no te mueves), desnuda y sin armas, con ganas de arreglar cualquier conflicto. Así que (conclusión básica) el refuerzo positivo no solo aplica a los niños, sino al contrario parece la comprobación del teorema, lo que das será lo que recibirás. (Aplica hasta en los no muy sabios esposos).

Quizá llego la hora de hablar de los errores sin pensar en el castigo, sino en la forma de mejorar y no repetir, en la medida de lo posible, ese error (o conducta); quizá tenemos que perdonar para obtener mejores resultados, quizá este nuevo método del siglo XXI, nos funcione mejor y formemos personas más coherentes y estables. Yo de corazón deseo que a todos nosotros el castigo nos saque el rebelde que llevamos dentro y haga perder el miedo a decir, actuar y ser.

Si algunos de aquellos 200 jóvenes son como mi hijo de 7 años, les aseguro con total certeza que llegará la venganza de la momia, no habrá paz para el verdugo.


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