(antes de seguir leyendo este post, por favor observa las imágenes)
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, a mi, me siguen gustando más las palabras, pero es indudables que las imágenes de este post causan como mínimo estupor.
Yo, de sangre caliente y emociones viscerales soy además una eterna optimista y he observado con curiosidad, a propósito del día de la mujer, como publicaciones de personas que admiro y respeto se niegan a celebrar dicha fecha con el válido argumento “todavía hay mucho por hacer”.
Pues bien, gracias al trabajo, dedicación esfuerzo de millones de mujeres, hoy podemos votar, podemos ser dueñas de empresas, podemos ser propietarias, lavamos ropa solo si queremos y al alcance de un botón, vamos a las universidades y somos profesionales, decidimos sobre nuestro cuerpo, decimos que leer, que musica escuchar, parimos sin dolor si así lo deseamos, podemos manejar y tomar decisiones activas en la educación de nuestros hijos (si decidimos tenerlos). Ahora nos casamos por gusto y no por necesidades, como les tocó a tantas de nuestras predecesoras. Podemos vestirnos como nos dé la gana y si alguna reminiscencia de machismo aparece por ahí, también podemos mandarlos al carajo sin remordimiento. La lista de nuestros derechos es larga y valiosa.
No puedo olvidar que las acciones más simples para una mujer de mi generación eran un sueño en la generación de mi abuela.
Así que !si celebro!. Celebro a todas esas mujeres guerreras olvidadas en la historia que nos han ayudado a ocupar el espacio que hoy tenemos y no vamos a perder jamás. Celebro a mi abuela que desde niña soñó con ser profesional y se hizo maestra trasladándose en burro (si, un asno), a comunidades campesinas para poder educar; celebro a mi madre que después de tener una hija a los 19 años terminó su carrera de ingeniería y además hizo postgrado!, celebro a mis tías que han avanzado hacia la igualdad, con sus profesiones, con sus matrimonios ejemplares de lucha y trabajo en equipo sin supremacía de género. Celebró a las mujeres de la ciencia que tanto les han dado a la humanidad, a mis amigas, activistas, líderes, madres. Me celebro a mi misma, porque cada vez que me dicen “estás muy presente” no me amedrento y sigo ganando espacios.
Claro que no somos todas las mujeres disfrutando de tantos beneficios, todavía queda muchísimo trabajo por hacer. (1)Al día de hoy solo 31% de cargos directivos en el mundo son ocupados por mujeres. Las mujeres seguimos ganando 24% menos que los hombres, aun haciendo el mismo trabajo. Una de cada tres mujeres sufre abuso o algún tipo de violencia sexual. Por lo menos 133 millones de niñas y mujeres han sido víctimas de mutilación genital (1. datos tomados de la revista Asuntos de mujeres) y otras tantas aberraciones que ocurren a la luz del día en la época más desarrollada de la humanidad.
La celebración y la lucha continua no son contradictorias pero sí necesarias para recordar de dónde venimos y hacia dónde, con determinación, nos dirigimos.
Desde mi esquina trabajo para vivir el día en el que ya no sea necesario hablar de reivindicación de derechos a las mujeres y donde solo hablemos sobre lucha de derechos humanos sin distinción de género, pero hasta que ese día llegue CELEBRO Y LUCHO.
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