Siempre he tenido un poquito de envidia de la despreocupación monetaria que sienten aquellos que económicamente tienen menos.
Para ubicarnos en el contexto apropiado, vengo de una familia luchadora, clase media (la mitad media baja y la mitad media alta), de esas que existían en la cuarta república (vamos a quedarnos en ese contexto histórico de los 90’s, sin pensar en la época actual). Yo, gracias a una madre divorciada, luchadora y ahorradora (pichirre), formaba parte desde niña de clase la media alta (o eso me parecía a mi), no porque tuviese lujos, sino porque nunca me falta absolutamente nada, tuve acceso a colegios costosos, universidad privada, carro, etc, etc. Pero siempre me resultó curioso que mis primos, de la clase media baja, eran a mis ojos los que más gozaban, los que se reunían un día si, y otro también a beber brebajes deliciosos y de bajo presupuesto conocidos como: ron , anís, alcoholes caseros y mezclas exóticas que además alegremente compartían con total generosidad. Estos familiares estaban siempre felices, riendo, disfrutando y si alguna vez se quejaban de que no les alcanzaba el dinero, decían algo como: la vaina esta dura, vamos a beber!
Así crecí, intentando encontrar el balance entre la precaución (enseñada por mi madre) y el desprendimiento (también enseñado por mi madre, pero no a propósito, sino como consecuencia de malcriar a su única hija). Pero he fallado en esa búsqueda; no he encontrado ningún balance, soy irresponsable perdida con el dinero, no veo los precios en supermercado, compro sin hacer la lista de lo que necesito, tengo más zapatos de los que puedo usar, siempre creo que tengo más de lo que realmente puedo gastar; en conclusión y en pablas de mi consorte, soy un caso perdido.
Como siempre les digo, el universo me habla y me puso en el camino a un compañero que no solo es precavido con el dinero, NO, es pichirre (tacaño) a toda regla!!. Cuenta la leyenda (él mismo) que no es “cheap” sino económicamente inteligente (WTF?); este señor que paradójicamente se gasta cantidades ridículas en aparatos electrónicos (que no soy capaz de usar), compra en el supermercado 10 productos de limpieza simultáneamente, porque ahorrará 2 euros al año!!, hace cosas para mi tan extrañas, como comprarle a los niños genéricos de galleta “Areo” , porque la original (Oreo) cuesta 50 céntimos mas (mis pobres criaturas ni lo han notado) y al mismo tiempo puede reconocer una imitación de la reconocida marca de mantequilla de maní. Algunos dirán que es otra de las diferencias culturales, es el crecimiento que deja la postguerra, es la sabiduría de una sociedad que lo perdió todo blablablá.. yo lo llamo simplemente “mano de caimán”.
Ahora bien, qué es lo correcto, mi actitud desprendida hacia el dinero (mas no hacia lo material) o una actitud cuidadosa que te mantiene en estado constante de alerta? Me imagino que la respuesta es el balance, que sigo buscando, porque estemos claros, es bueno ser desprendido con el dinero, siempre que tengas suficiente (argumento ganador del cabeza de queso).
Ambas postura tienen pros y contras, por eso hoy, no voy a criticar a ninguna de las dos sino a la tercera, la que de verdad me enfurece: el tacaño que tiene dinero suficiente y se queja siempre de que no tiene nada!. Porque veamos, si eres desprendido, gasta y asume las consecuencias, si eres ahorrador, disfruta y mira tú aplicación bancaria cada 5 min (tú problema), pero si no eres ni lo uno ni lo otro y además TE QUEJAS, por favor, NO ME VISITES!
Díganme ustedes si les ha tocado convivir con aquellas personas que trabajan, presumen de su lindo auto, casa, ropa y viajes pero cuando van a un restaurant no quieren dividir la cuenta en partes iguales porque “yo solo comí ensalada” y es más barata “que tu carne”, CAIMANES DESAGRADABLES!!. Peor aún, me he encontrado con los casos de los que se van antes de que pidan la cuenta solo para no contribuir, o incluso el que argumenta que se le quedo “la tarjeta” en la casa, que la próxima vez invita el (o ella); a esas personas les repito: Borren Mi Numero (cito a George), no me interesa ser parte del estancamiento monetario que da la tacañería, porque señores, el dinero debe fluir, debe salir para que pueda entrar, así que si usted no quiere hacer circular el dinero y además se queja continuamente de ese tópico en particular, entonces camine fuera de mi círculo de amistades.
Yo por mi parte, tratare de seguir el consejo del señorito Alejandro Dumas (hijo): “No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo.”