Al otro lado del atlántico en el hemisferio sur, hay infinidades de historias de terror , venganza y sangre, que asustan a los niños desde temprana edad y ayudan a los padres a persuadir a los pequeños a adoptar comportamientos determinados, no es extraño escuchar frases como “si no comes te va a llevar el loco”, “si no te duermes, viene el mostro” “si te portas mal.. blablá”; pero lo que me parece curioso es que un alto porcentaje de esos personajes terroríficos son protagonizados por mujeres, así pues, tenemos el caso de “la Sayona” basado en una leyenda que cuenta la aparición de una mujer hermosa que castiga a los hombres infieles. Esta historia especifica me puso a pensar: somos de verdad las mujeres así de vengativas y malvadas cuando alguien nos ataca de manera deliberada?, y la respuesta es simple: no se las demás mujeres, pero puedo asegurar que YO SI.
En Venezuela se usa una la palabra “cuaima” para definir a la mujer que ejercita la maldad consciente y premedita en contra de su cónyuge (o allegados) cuando se siente herida, amenazada, dolida u olvidada (o todas las anteriores). Aunque la definición literal sea; “Serpiente muy ágil y venenosa , negra por el lomo y blanquecina por el vientre , que abunda en la región oriental de Venezuela”.
Yo estoy convencida que dentro de mi habita una serpiente de esas, un lado oscuro que me hace pensar en diferentes maneras de dañar con saña cuando me siento herida y que gracias al ser superior que me cuida, en el 99,9 % de los casos, logro mantener dentro de mí; pero cuando ese 0,1 % gana la batalla, las historias son dignas de ser escritas, he aquí mi anécdota de hoy.
Durante el embarazo de mi segundo hijo, aproximadamente en la semana 38, (ya casi lista), me empezaron unos dolores extraños en la parte baja del vientre y para más inri, estaba sola en casa porque el cabeza de queso estaba de viaje de trabajo en alguna ciudad de Holanda (a unas dos horas de mi casa). Aproximadamente a las 11 am, le avise a mi querido esposo que no me sentía bien, que había llamado a la partera y vendría a verme en casa a las 12 del mediodía. Así ocurrió, me visito el médico, me recomendó reposo y me dijo que todo estaba bien, invitándome a una cita en su consultorio al día siguiente; pero eso no lo sabía mi consorte y no lo supo nunca, porque NUNCA me llamó a preguntar como seguía!!.. error imperdonable. Desde que el medico abandono mi casa y durante las horas que esperada la llamada de preocupación (que no llego), mi odio fue creciendo y mis ganas de venganza con él. Así pasaros horas y en mi cabeza se iban materializando varias ideas de como asesinar sin dejar rastros; hasta que otra vez el universo (bendito sea) me puso la respuesta en una imagen. Un compañero de trabajo me envió la foto de su recién nacido nieto, saliendo de la pancita de la madre (sangre incluida) celebrando la vida, afortunada yo, solo se veía la foto del neonato y no de la madre; y pues sí, hice lo que están imaginando guarde la foto y se la envía a mi esposito con la frase: “Felicidades”, pero solo a las 11 pm, justo antes de irme a dormir y apagando inmediatamente todos los teléfonos.. ayyy que tranquilidad da la venganza ¡! Mi cuerpo y mi panza se sentían relajado y feliz y así me entregue a los brazos de Morfeo.
A las 1 de la madrugada la puerta de mi habitación se abrió con un golpe y apareció un señor desaliñado y con lágrimas preguntando: donde está él bebe? Y mi espíritu de cuaima experta respondió sin ni siquiera inmutarse: “apaga la luz que estoy muy cansada”. (valga acotar que el cabeza de queso hizo por primera vez interesantes llamadas a mis amigas después de no poder localizarme durante varias horas)
Esta experiencia nos ha enseñado mucho a ambos en nuestra relación, a mí, que debo luchar en contra de mi naturaleza malvada, porque si se materializa no saldrá nada bueno, y para él, a prestar más atención a las cosas importantes.
Lo que si me queda tan claro como agua de manantial, es que si una mujer está determinada a realizar un acto maléfico, no habrá fuerza humana que la detenga, así que mejor hagamos ejercicios de respiración y tomemos vino para evitar la materialización de nuestras venganzas, que al final no dejan nada bueno; sin embargo, si les gana el lado oscuro, avísenme para ayudarlas a organizar el entierro.