¿Por qué sabes tanto?
Todo el que ha estado en mi casa tiempo suficiente para disfrutar las conversaciones familiares durante la cena, habrá escuchado en repetidas ocasiones: “recuerda que al sabio de la clase nadie lo quiere”; con esa explicación trato de recordarle a mi hijo mayor (que opina demasiado), que hay que ser humilde a la hora de repartir nuestro conocimiento, pues nadie lo sabe todo y el que sabe quizá más cosas que el ciudadano promedio, debe ser cuidadoso a la hora de mostrar su inteligencia, porque corre el riesgo de parecer vanidoso y arrogante.
He notado recientemente un número importante de personas a las que les hizo falta esa charla familiar, o quizá lo escucharon y por ser tan “listos” no le prestaron atención, a ellos y a nosotros (que no estamos libre de pecado) mi escrito de hoy.
No es posible, bajo ninguna circunstancia que un solo ser humano, pueda recoger dentro de su cerebro, toda la sabiduría del universo, por lo tanto, si usted cree que lo sabe todo, está básicamente en un error. No se imaginen que estoy en mi día filosófico y trato de describir a mi circulo de mi amigos sabios y eruditos (porque no tengo ninguno); hoy estoy escribiendo sobre el pana (amigo) de cualquier esquina que se cree más sabio que Aristóteles.
En el caso de los hombres, observo con frecuencia en reuniones de amigos, aquel que salta de cualquier lugar de la fiesta donde se encuentre, para intervenir cuando hay una controversia sana sobre un hecho, porque cree tener la verdad absoluta sobre cualquier tema, desde deportes, autos, política, filosofía; es incluso tan atrevido que asegura saber más hasta de dolores menstruales (emoticón de ojos pelados) y se cree capaz de recetar desde tratamientos completos hasta medicina alternativa. Estos hombres (por lo menos los que he tenido el gusto de conocer), son pesados, poco empáticos y un poco mofetas (zorrillos apestosos), es decir, al momento en el que entran en la conversación, el grupo se disuelve, porque al fin y al cabo, quien quiere discutir con alguien que lo sabe todo?
En el caso de las mujeres, la situación empeora, porque además de sabias, nuestra naturaleza malvada hace que utilicemos técnicas de condescendencia para hacer sentir inferior al resto de la audiencia, que si es también femenina (Dios los libre), termina convirtiendo la amena velada en la quinta paila del infierno, porque no creerán ustedes que el resto de las féminas aceptará con una sonrisa transparente, ninguna loca con complejo de superioridad (ejemplo de pensamiento cuaima); es obvio que alguna dama atacará a la yugular de manera elegante (en el mejor de los caso) y adiós fiesta. Para agregar complejidad a este supuesto, los temas entre mujeres son generalmente emocionales, por lo que, de hecho, la verdad absoluta no existe, entonces, aunque creas que lo sabes todo sobre crianza de hijos, como tratar al marido, al jefe, los compañeros de trabajo; lamento infórmate querida sabia, que dependiendo de la situación, hay una gran posibilidad que estés equivocada y algo peor, con ese comportamiento te iras quedando lentamente sin amigas, por pesada!. (En este apartado intente encontrar características de temas recurrentes entes las mujeres súper sabias, pero lo siente chicos, me fue imposible, porque este grupo de mujeres simplemente lo sabe de todo y opina sobre TODO)
¿Si el creerse sabiondo es desagradable en todos los géneros, por qué no reconocer con humildad cuando no entendemos algún tema, por qué no mantener la boca cerrada cuando personas con mayor conocimiento emiten una opinión, por qué no decir “no lo sé” cuando nos piden consejo sobre algo que escapa de nuestro entendimiento o peor, porque opinar de todo y todos cuando nadie lo ha pedido? Yo, en menor o mayor medida he pecado de sabia y arrogante (repetidamente) queriendo o pretendiendo saber más que los demás y no poco me ha costado entender que es mejor quedarse callada que parecer imbécil (¡y lo que me cuesta quedarme callada!).
Hoy los invito entonces a reconocerse y aceptar lo que no tienen, lo que no saben, porque, al fin y al cabo, como diría Abraham Lincoln “Mejor es callar y que sospechen de tu poca sabiduría que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello”.